15 septiembre, 2008

Putin - Palin

Ya me parecía a mi que los halcones habían puesto al teórico mando de las operaciones a un tipo demasiado "blando". Mc Cain, por muy ex-soldado que sea, no parece tener esa piel coriácea que tanto distingue a los neo-cons.

El dilema quedó resuelto con la fulgurante aparición de la dama Palin. Una mujer que ha pedido el pasaporte por primera vez en su vida hace 6 meses y que en caso de que Obama no se ande con las prisas e inteligencias necesarias será la que rija muchos de los destinos de muchos de los países del mundo.

Hay que admitir que a pesar de que la Palin no tiene más experiencia internacional que la que condeden las películas  y series americanas tiene cuajo. La cámara le adora y aún peor, es adorada por multitud de comedores de KFC y BigMacs que piensan que todo lo que no sean barras y estrellas les da miedo.

Ese y no otro es el argumento final. Miedo. Miedo contra esperanza. Mal asunto, porque el miedo siempre ha dado muchos más votos.

Al otro lado, Vladimiro, el marido de Putina, se pone gallito y dice que la guerra fría, como si fuese caviar, le mola. Más miedo. Vladimiro ya tiene en qué gastarse los tremendos excedentes del dinero de su petróleo vendido a 150 dólares el barril.

Palin ha recogido el guante. Si me tocas Georgia (seguro que piensa que en realidad no es un país de Europa del Este sino el sitio donde se rodó lo que el viento se llevó) te pongo tu guerra fría en el microondas y nos damos de leches, le espetó al Putin el otro día.

Y uno y otra, Palin y Putin, se necesitan, se retroalimentan, extienden el miedo y consiguen votos y adeptos.

Mis esperanzas están en Barak. No por nada, sino porque al marido de Putina, Barak le pone menos y ya se sabe cuando no hay química siempre hay menos física.

Sed felices. Nunca cejéis en ese intento.

Mistery.