02 enero, 2007

esperanza sepultada

Vuelta tras las vacaciones y tras la caída de la última hoja del calendario del 2006, doy la bienvenida al año en el que el segundo 007 toma presencia (a ver si nos sale todo a todos como le sale siempre al señor Bond que es bien y sin despeinarse).

Claro, mi primer blog no puede dejar de comentar lo sucedido el otro día en la T4, así que a ello me pondré aún influido por la ingesta enorme de grasas, dulces y alcohol que estos días he acometido (he pecado, si, lo confieso, he pecado).

Entre los escombros de la T4 no sólo hay dos cadáveres, restos de automóviles de muchas personas y millones de euros de la hermosa terminal. No; entre los cascotes y el humo se encuentra la esperanza de unos cuantos incautos, entre los cuales me cuento, que a pesar de las trompetas de guerra, de los gritos desaforados y de los agoreros de la desgracia, aún creíamos que si se le daba una oportunidad a la paz acabaríamos con la guerra.

¿Se le ha realmente dado una oportunidad a la paz?.

Los hay que han usado este período para rearmarse y para tomar de nuevo músculo guerrero amparados en la relajación de unas fuerzas policiales que deseaban mirar a otro lado. Los hay que, espantados ante la posibilidad de que la paz les pillase sentados en asientos que no tuvieran color azul, se han dedicado a sacar a relucir todo lo oscuro que las entrañas y los bajos instintos pueden tener (qué difícil es afrontar la paz futura mientras se abren en carnes las heridas pasadas) y los hay que estirados por un lado y por otro pensaron que estaban tocados por una vara mágica y podían contentar a todo el mundo sin saber cuánto estaban dispuestos a dar ni con quien contaban para dar lo más mínimo.

Entre todos tomamos el llamado proceso y todos quisimos que fuese nuestro proceso para que la paz fuese nuestra paz y estas cosas o son de todos o no son de nadie. Y cuando digo todos hablo de los que sacan pancartas a relucir en el Barrio Salamanca y de los que toman Xikitos en las rúas de Hernani.

Volvemos a las lanzas en ristre, a las miradas desconfiadas, a la solución policial, a los mártires gudaris y al dolor y miedo de los inocentes. Callan las bocas que querían hablar y ladran los prohombres llenos de testiculina que dicen tener soluciones de siempre para los problemas de siempre.

Los incautos hemos tenido nuestra oportunidad y la hemos desperdiciado (o quizás nos la han matado). Entre los cascotes de la T4 fallece la que fue nuestra ocasión. No se cuando nos darán otra.

Sed felices, nunca cejeis en ese intento.


Mistery.

1 Comments:

At 11:21 a. m., Anonymous Anónimo said...

Querido Mistery,
Por si ello ha de servirte de consuelo, yo también he pecado!!!
Entonemos juntos el mea culpa y tranquilo... que los excesos "turronales" se queman rápidamente si les sumas con esmero unos cuantos excesos algo más terrenales, jajaja.

En cuanto a tu entrada de hoy, poco o nada que añadir, es una lástima.
Yo me pregunto si realmente todos los que se llenan la boca hablando de paz sean del color que sean, de la lacra del terrorismo, sea cual sea su nacionalidad, utilizando el dolor de las víctimas caídas de un lado y de otro ,etc... ¿Tienen algún oscuro interés en que esto continue ? Porque la verdad y visto lo visto, a mi me queda un regusto amargo y un marcado sentimiento de falta de confianza.

 

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