30 abril, 2007

El beso

Definitivamente no corren buenos tiempos para el cariño entre los seres humanos, a los telediarios y programas de corazón me remito.

El otro día, en un partido de fútbol jugado en Brasil allá donde el fútbol es realmente fútbol y no un circo como sucede por estos lares europeos, un jugador hizo una entrada más o menos dura a un contrario. El árbitro se acercó rápidamente al lugar del incidente, silbato en la boca y ademán cierto de instituir algún tipo de ira justiciera. El defensa, el que hizo la entrada para aclararnos, se acercó al árbitro y le dijo cinco explicaciones, cada una de ellas más válida, intuyo, sobre el porqué de aquella acción sobre aquel tipo que se retorcía en el suelo cual loncha de bacon en una plancha de una barbacoa.

Algo le debió hacer gracia al trencilla sobre las explicaciones del aguerrido defensor, porque lejos de fulminar con la mirada como era menester, esbozó una sonrisa. Aquel acto no pasó desapercibido para el infractor que vio cercana su salvación y decidió dar el paso definitivo que consagrase su perdón. Extendió su mano, acarició el papo derecho del señor de negro y en un gesto amorosamente fraternal le besó en la otra mejilla.

El árbitro tomó del brazo a su nuevo amigo y le condujo a un aparte, fuera de las escuchas del resto de jugadores, a la sazón convertidos en cotillas más que en interventores cual suele ser costumbre. El diálogo entre besador y besado fue tierno en apariencia, lleno de sonrisas, semi arrumacos y gestos de comprensión. Pero, ¡ay amigo!, la justicia es la justicia, con cariño y sin cariño. El colegiado llevó su mano el bolsillo del pectoral y sacó la temida tarjeta mostrando la cartulina casi amorosamente a los ojos del atribulado defensor que en ese momento cayó en la cuenta de que aquel último paso había sido realmente el peor. Del perdón había pasado al castigo por un beso.

Los periodistas deportivos, más dados a la testiculina que al ósculo entrevistaron al besador tarjeteado al final del encuentro. El defensa declaró que el árbitro le había mostrado la tarjeta porque, "no se puede besar al árbitro".

He jugado muchos años al fútbol, muchos más he sido espectador y me precio de conocer bien las reglas de la International Board. Prometo solemnemente que la regla ésta del beso prohibido no la he visto en reglamento alguno. Pero en fin, en un deporte que se juega más con las piernas que con la cabeza (y cuando ésta se utiliza es más para golpear), el hecho de que alguien bese ha de ser castigado. Sería un mal ejemplo para los Camachos, Capellos y todos los que defienden el "vencer o morir, por coj*"

Sed felices, nunca cejeis en ese intento.

Mistery.

1 Comments:

At 7:56 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ay, Mistery...

No me extraña que te hayas reído al escribir la entrada...yo también lo he hecho y a gusto al leerla, jajajaja.

A ver, yo noentiendo el porque se sancionan los besos y no los abrazos, cuando es de todos conocido el uso y abuso de abrazos entre jugadores.
Por no hablar del amplio abanico de toqueteos con los que suelen celebrar los goles...

Resumiendo, creo que lo que se sanciona es el atrevimiento de besar al "colegiado", por cierto que rimbombante suena eso, y no el beso en sí mismo...

En fin que ya se sabe..."er fungol é asín"...

Besos mil.

 

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