13 marzo, 2006

Alba

Se debate entre la vida y la muerte en silencio. Como si al no hablar dejase que la ausencia de palabras gritase la ignonimia de lo que ha sucedido, de lo que sucede a otros niños y de lo que sucederá mañana en otros sitios.

Mientras tanto, fuera de los cristales de la UCI, mil gritos resuenan, a cada cual más alto, cada uno de ellos más inútil y casi diría pavoroso.

Grita la madre con lágrimas de cocodrilo. Sus lamentos parecen sacados de un programa de "Aquí no hay tomate" y sus argumentos y coartadas no resistirían dos asaltos a los detectives esos de la tele que mencionábamos el otro día.

Gritan las vecinas, con esa voz que sólo ponen las vecinas que gritan ocultas en la masa y que en cada grito ponen bilis, mala uva y ambiciones de lapidación. Da igual lo que griten, da igual lo que pase, ellas siempre gritarán con el mismo odio, porque ellas, en sí mismas, son odio.

Gritan los medios de comunicación, porque huelen sangre, huelen exclusiva, huelen morbo y huelen euros ingresados a fuerza de llenar papeles con detalles, como siempre, sacados de los cubos de basura.

Y entre tanto grito y grito, Alba intenta salvar su vida y algunos que no gritamos, nos miramos espantados sobre lo cruel e inhumano que puede llegar a ser eso que a veces llamamos ser humano. No se si es la sociedad, no se si es la tele, internét, la religión, la ausencia de ella, el estatut, el alocohol, las drogas o qué coño. Nada me puede dar una mínima explicación sobre cómo alguien puede matar a un niño a golpes.

Si un grito de esos bastara para detener eso, me juntaría a las vecinas.

Sed felices, nunca cejeis en ese intento.

Mistery.

1 Comments:

At 5:01 p. m., Blogger LARA said...

Querido Mistery. Hoy el sabor ocre de tu desagrado frente a las puntadas injustas de la vida patea con fuerza.

Ya sabes que el aparato locomotor de algunas mentes mezquinas funciona sin baterías, esos seres vacúos se ceban de la mísera teatralidad de la desgracía, y yo no tengo compasión a su gesto, cuando lo verdaderamente importante es la vida de un niño...
¿Quien es capaz de no ver la cristalina inocencia de esos ojos?
¿Quien es capaz de levantar el pesado puño contra la más absoluta indefensión?. Podría estar días enteros preguntando porqués...
Es una de esas cosas que me duelen, y que aún con la edad, no he podido cauterizar. Es más no lo deseo...

Con cariño. Lara.

 

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