03 febrero, 2006

Amounike

Siempre han sido complicados los límites para la publicidad. Para atraer la atención del público se suele hacer uso de las pasiones más bajas (el sexo habitualmente) o de los deseos más ocultos de las personas.

Una de las herramientas suele ser el humor y más aún dentro del humor el poner a alguien en ridículo. Mientras sea un actor y mientras la acción sea ficticia no me parece mal, pero cuando esa persona ridiculizada es un ser de carne y hueso, incluso si esa persona ha dado su consentimiento previo, incluso si esa persona se ve beneficiada económicamente, ya no me parece tan bien.

Una marca de coches, nos ha martilleado estos últimos meses con una campaña basada en un jugador de fútbol, el Tren Valencia. Ahora, visto el éxito, cambian el personaje y se centran en un jugador nigeriano que jugó (o perpetró más bien) al fútbol en el Barça. Se llama Amounike.

El anuncio se ríe del personaje. No de alguna cosa graciosa que le pase, no. Se ríe de cómo sacaba de banda o de cómo baila. Dice el anuncio que ayuda a las personas en su trabajo, inventándose supuestamente que el tal Amounike tiene (y la verdad es que no queda claro) una empresa de transporte.

Parece más un anuncio de una melodía de móvil que de automóviles. No se dan características del vehículo y de por qué deberías comprarlo. Tan sólo se ríe del personaje, le llama literalmente tonto y te anima de alguna forma a que compartas su visión de superioridad con el anunciante. Curiosamente, tanto el Tren Valencia como Amounike son negros, curioso ¿verdad?

Supongo que la libertad de expresión y el mercado lo justifican casi todo. Pero nunca me compraré esa marca de coches. Seguro que algún día se ríen de mí también.

Sed felices, nunca cejeis en ese intento.

Mistery.